viernes, 3 de febrero de 2017

Gabriel Ángel Gonzaga Martínez



Gabriel Ángel Gonzaga Martínez es hijo de un matrimonio sudamericano que supo migrar a Estados Unidos cuando él era sólo un pequeño niño. Como si su nombre se tratase de una premonición de su religiosa madre, el pequeño desarrolló alas y en más de un sentido.

Gabriel tuvo una vida casi normal hasta un poco más allá de su adolescencia momento en el cual decidió que quería ser piloto. Decía que se sentía atraído por el cielo y qué, si podía, llegaría a ser astronauta. No llegó tan lejos, una vez alcanzados los cielos de la tierra dejaron de interesarle los del espacio exterior.

Una tarde, alrededor de sus 19, 20 años volaba sólo en una avión monomotor camino a Atlanta cuando una tormenta imprevista lo azotó y, lo que pasó dentro de ella, cambió su vida para siempre.

Los vientos sacudieron la aeronave para un lado y para el otro, repentinas corrientes frías le hacían perder sustentabilidad y descender vertiginosamente en incontables ocasiones. De repente algo extraño, un óvalo obscuro, apareció delante de su avión, tan rápido, tan de repente, que le fue incapaz realizar cualquier maniobra evasiva. El monomotor ingresó en aquella cosa y pronto estuvo volando en la nada misma.

Tardó algo de tiempo pero logró percatarse de alguna forma, que el avión no se movía. La hélice giraba y no había punto alguno de referencia como para poder o no percibir el movimiento, pero él lo sintió como la verdad más indiscutible y decidió bajar. En efecto el avión no avanzaba. Se paró sobre el mismo vacío y observó a su alrededor. Una voz resonó atronadora en su cabeza.

-Hoy es el día en que mueres Gabriel- dijo haciendo que el joven piloto se sintiera amenazado. -No, no seré yo quien acabe con tu vida. Será la tormenta, ella te encontró primero- no esperó respuesta y continuó -Hubiese preferido que fuese distinto, que tuvieras tiempo de pensar, pero no todo está perdido, aún puedes elegir, tendrás que hacerlo rápido pero podrás hacerlo. Creeme que muchos quisieran tener la oportunidad que ante ti se presenta- Gabriel no entendía nada pero no habló ni se movió de su lugar -Como dije la Tormenta te encontró antes- Fue entonces que Gabriel comprendió que lo que fuese que le hablaba se refería y no al mismo tiempo al cúmulo de nubes que iba a derribarlo. La Tormenta era una entidad en sí misma. -Te ofrezco la siguiente elección. Muere enfrentando solo a la Tormenta o unete a mi y combátela a mi lado. Aguarda, no decidas aún, deja que termine de hablar. Unirte a mí no es algo metafórico y enfrentar a la Tormenta es algo que harás por la eternidad, porque la Tormenta puede apaciguarse, desviarse y a veces disiparse, pero nunca podremos detenerla por completo-

Aquellas palabras eran muy ciertas podía sentirlo, pero había algo más, lo intuía.

La entidad que le hablaba sonrió, lo supo como todo lo anterior, simplemente sabiéndolo. -Por supuesto que hay algo más… Siempre hay algo más. No podras hacer nada como un simple mortal, así que te daré el poder para hacerlo, pero, siempre hay un pero. No puedo asegurarte que pasará. Yo te daré Todo, tú retendrás cuanto puedas… En el peor de los escenarios morirás.-

Sabía que no hacía falta hablar, que sólo le bastaba pensar, pero aún así lo hizo. -Entonces debo elegir entre ser asesinado por la Tormenta o por ti-

-Conmigo al menos tienes una escasa chance de sobrevivir-


-Ahh bueenoo, el panorama es cada vez más alentador- se quejó -¿De verdad crees que puedo tomar esa decisión así como así?-

-Como dije hubiese preferido encontrarte antes que ella-

-O sea que ambos me estaban buscando-

-A ti y a otros ángeles-


Gabriel estaba demasiado alterado como para percatarse de aquello y continuó interrogando. -¿Por qué?-

-Ella para matarlos, yo para ofrecerles la oportunidad de vivir-

-Muy bien. ¿Qué se supone que debo hacer?- preguntó ya decidido.

-Mantenerte vivo- respondió la entidad.

Una gran ola compuesta por todo y nada al mismo tiempo lo envolvió, arrastró, zamarreó y hundió todo en un mismo instante. El dolor fue intenso su cuerpo, su cerebro, su alma misma estaba recibiendo una ingente cantidad de información en un tiempo extremadamente breve. No podría absorber todo aquello pero quería hacerlo, lo necesitaba.

De repente todo fue negro a su alrededor, Gabriel había colapsado

-Despierta. Estas vivo, has resistido más de lo que esperaba, has absorbido mucho, pero no sé cuánto podrás recordar. Mi poder dormirá dentro de tí y podrás despertarlo cuando desees, con el tiempo irás obteniendo más dominio y algún día te convertirás en un cazador de Tormentas como yo. Hasta entonces serás conocido como La Entidad, eres, Gabriel, un ser constituido por el Todo y la Nada, eres el principio y el fin. Recuérdalo.-

Fue todo muy confuso y difícil de entender. De repente su cuerpo cambió y sin saberlo supo cómo lograr ese cambio, estaba compuesto de una energía que no comprendía y sus manos despedían torrentes de poderosas llamas. En la Tormenta moraban criaturas difíciles de describir. Ahora podía verlas, quizás gracias a su nuevo poder, golpeaban el avión e intentaban derribarlo. Los atacó instintivamente con su fuego y en una contienda extraña logró por fin disipar la Tormenta.

Con el tiempo aprendió a utilizar mejor sus dones, podía volar por su cuenta, había desarrollado dos poderosas alas de un fuego azul e intenso que nada tenían que ver con el elemento que las constituían, además mutaban. Las invocaba a voluntad, con sólo querer volar ya estaban allí elevándolo a los cielos, y cada vez que aparecían cambiaban. A veces era de energía, otras de aire o fuego, incluso una vez fueron de plumas blancas y hermosas. Pudo también dominar los elementos, no sólo el fuego que había sido el primero, sino que también dominaba casi con igual soltura el aire, agua y la tierra. Sin embargo algo le llamaba la atención y era que salvo el dominio del fuego, todo lo demás, incluyendo sus alas, podía usarlo cuando adquiría la forma de La Entidad. Gabriel todavía tenía mucho que aprender y desarrollar, pero podía sentir cómo iba recordando poco a poco lo que había absorbido en aquel lugar fuera del espacio y el tiempo.

En su mente resonaba el eco de una pregunta ¿Podría dominar sus otros dones al punto tal de no necesitar ser La Entidad para utilizarlos o acaso algún día él y La Entidad serían un único ser indistinguible?