lunes, 4 de junio de 2018

Soledad

Hoy decidí escribirte, quizás porque eso me permita sanar, tal vez porque así pueda hermanarme nuevamente contigo y entonces dejes de desgarrar mi alma.
Recuerdo solía buscarte, disfrutar de tu compañía, gran parte de mi vida la viví abrazado a ti, sin embargo hoy tu abrazo asfixia, tu cercanía me provoca un intenso dolor que jamás había sufrido, un pesar tan profundo que me hunde en la angustia y abre mi alma en una herida que bien podría ser mortal si el motivo para mantenerla unida no fuese tan importante.
Creo que hoy, soledad, dueles tanto, porque al fin encontré la única compañía que me niego a perder.  Porque me necesita y la necesito. Hoy soledad no sos sinónimo de tiempo para la reflexión y el gozo, hoy no traes a mi la tranquilidad de una mente calma.  Hoy me recuerdas su ausencia, sus risas, los besos, palabras y caricias que ya no están. Hoy soledad dejaste de ser una amiga y compañera para transformarte en una cruel carcelera.  Quisiera volver a hermanarme contigo, quisiera volver a disfrutar de tu compañía, pero eso ya no podrá ser, porque tu presencia significa su ausencia y su ausencia es algo que no estoy preparado ni dispuesto a resistir.
Ara, tres letras que significan tanto, tres letras que se convirtieron en un mundo, un universo, y así, despojado de ella, me doy cuenta que me encuentro flotando en un vacío tan grande e insondable en el que ni siquiera estas tu, soledad, para hacerme compañía