lunes, 10 de abril de 2017

Vergüenza



Vergüenza, damos vergüenza, como pueblo, como sociedad, como país. Después de ver la represión policial sobre los maestros me siento verdaderamente avergonzado de ser Argentino. De pertenecer a un pueblo que le permite a Marcelo Tinelli cortar la nueve de Julio para montar el espectáculo de tango más alto en el obelisco y así entorpecer el tránsito sólo para hacer un show de televisión, pero que a su vez reprime a los maestros que intentan montar una escuela itinerante, una carpa blanca como la de los noventa, por uso indebido del espacio público.

Pero lo que más me indigna no es la actitud del gobierno, por son de derecha y su esencia es la imposición de las ideas mediante la fuerza o la corrupción de las mentes, tampoco la de los periodistas pagos como Baby Etchecopar, sino las respuestas de la gente “común” de las personas “de a pie” que justifican la violencia y el uso de la fuerza, que justifican los golpes y la disolución de protestas y conflictos no con el uso del diálogo, sino con la violencia. Me doy cuenta que a muchos les encantaría se esos policías o gendarmes que reprimen y golpean, que si no tuvieran que usar una máscara de civilización molerían a palos a “los negros de mierda” con los que se cruzan cada día. Porque son así, son la barbarie, la sinrazón, la imposición, el autoritarismo, no saben dialogar o quizás saben, pero sus argumentos son inexistentes o inmorales. ¿Cómo justificar las cosas que hace el gobierno que defienden sin entrar en un conflicto moral? Estuvieron doce años juntando resentimiento, odio y violencia. No soy idiota ni iluso, no creo que ningún gobierno, argentino al menos, sea capaz de existir sin ser corrupto, porque viene de una sociedad que lo es. Pero si sé que entre nosotros hay quienes justifican la violencia, quienes creen que está bien reprimir y golpear porque se corta una calle, si no la corta Tinelli, o porque se intenta colocar un símbolo de la problemática docente, sin ver que el verdadero motivo por el que no se permitió montar la carpa fue nada más y nada menos que intentar hacer invisible un problema, una asociación de idea que nos lleve al padre político de nuestro presidente, Don Carlos Saúl, que nos permita entender anticipadamente el rumbo que está tomando el país y la sociedad.



Tenemos un gobierno que se quejó doce años de una grieta, pero que hace todo lo posible por agrandarla, porque dividiendo se triunfa, porque separando se debilita al enemigo, porque así ven ellos a quienes piensan distinto, enemigos, objetivos, o como me han dicho “una especie que por suerte está en vías de extinción”, nos desean ni más ni menos que la muerte, porque les molestamos, porque pensamos, porque no bajamos la cabeza y obedecemos como la derecha necesita, porque algunos entendemos sus métodos, sus formas de implantar ideas y las rechazamos, porque buscamos una sociedad más equitativa, porque no nos importa ganar menos para que otros estén mejor. Les molesta porque ellos son incapaces de comprender esos actos, su estructura mental es rígida, cristalizada, puntiaguda y no pueden salir de la caja, no pueden imaginar, no pueden soñar, no pueden tener ideales aunque sean utópicos, no pueden concebir una sociedad sin escalas, donde todos valgamos lo mismo, porque se los educó y entrenó para que crean que unos tienen que valer más que otros, que no hay derecho a la igualdad.