Es la idea de este blog plasmar pensamientos que me asaltan normalmente en la ducha o los viajes, en momentos donde mi mente puede abstraerse y dejarse influir por ideas de distinta índole. Algunos de los relatos que subiré son parte de un juego de rol propio y de una serie de personajes que lo pueblan, otros tendrán que ver con cuestiones filosóficas, con ideas que elaboro en aquellas duchas o en aquellos viajes.
miércoles, 14 de febrero de 2018
El grimorio de las tres brujas - parte 1
Te narraré en este texto, mente hambrienta, la aventura que he vivido para dar con semejante tesoro.
Puede que el momento en que leas esto sea mi presente, pasado o futuro, pues si algo comprendí en el primer atisbo que di al Grimorio, fue que el tiempo no es más que una dimensión en la que uno puede moverse con el capricho de su voluntad. Y eso, precisamente eso, la dimensionalidad del Tiempo, es uno de los motivos por los cuales hallar el Grimorio es una tarea titánica, gigante, eterna y, a la vez, tan diminuta que sucede en un simple único y diminuto instante.
Es por lo anterior mencionado que no puedo iniciar este relato sin antes contarte el presente del Cuando en el que inicié mi búsqueda. Vuelvo a advertirte, puede que las palabras contenidas aquí sean contemporáneas, palabra extraña si las hay, a tus días, que los hechos aquí narrados y la situación descrita sea lo que vives todos los días, o que se haya convertido en historia, en leyenda o incluso haya sido olvidada. Puede también que parezcan los balbuceos de un loco o incluso que se catalogue a este texto como una historia de fantasía y ficción. Si es así, Mente Hambrienta, dejame decirte que casi con toda seguridad mi hoy sea tu futuro o el más lejano de tus pasados.
El Cuando en el que comencé a seguir la pista de este Grial, era, es o será uno en el que Hombres, Magos y Demonios habitaban un planeta llamado tierra. La civilización humana había caído, al menos en su mayoría pues los Magos no eran considerados humanos, mucho menos esas bestias caóticas llamadas Demonios, mas en realidad todos, incluidas las más elevadas entidades de luz somos ni más ni menos que Humanos. En este Cuando desde el que escribo, Mente Hambrienta, los Hombres gobiernan las nuevas ciudades, poseedores de una tecnología sumamente avanzada, tanto que hasta parece tener, y quizás las tenga, cualidades mágicas. Sin embargo al mismo tiempo se encuentran subyugados, todavía, al obscurantismo y al gobierno opresivo y tiránico que sólo un lobo puede ejercer sobre otro.
Los Demonios son dueños de la mayoría del territorio, sin embargo las antaño orgullosas ciudades se encuentran hoy ruinosas producto del abandono del Hombre y la falta de preocupación de los Demonios. Es tanto el hoy que viven estos seres que la proyección de un futuro se encuentra muy por afuera del estrecho alcance de su visión. Y así como parecen ciegos a la existencia del ilusorio presente, parece que también sufren de una congénita capacidad para voltear sus cabezas hacias el cuestionable pasado que, queriéndolo o no, ejerce su poder sobre ellos, al igual que sobre muchos de nosotros hasta que comprendemos su dualidad existencial. Es por esto, entiendo, por su exclusividad existencial en el hoy que tampoco se dignan a mantener, a reparar, interesante palabra Mente Hambrienta, repara, lo que fué creado ayer. Sólo los dos hermanos que los dirigen parecen poseer el don de la retrospectiva y la previsión, pues es sabido que en su palacio sirven Hombres que esclavizados por sus propias bajezas, después de todo sólo a través de ellas puede alguien adueñarse de nuestra sublime libertad, que realizan tareas de mantenimiento y construcción. No puedo evitar, Mente Hambrienta, que una luz se es esboce en mi rostro en forma de sonrisa, pues recuerdo como siempre el hombre sirvió al hombre, los inferiores a los superiores por supuesto, y como ahora, mañana o ayer, somos, los Hombres todos, igual de inferiores a los ojos de las bestias abismales. Este divague por la realidad social de los Demonios me lleva a pensar si no será posible acaso que aquellos dos hermanos que mencioné se encuentren más cerca de ser Hombres que el resto de los, continuando con esta falsa pero necesaria separación de Humanos, suyos. No importa Mente Hambrienta, mañana, ayer u hoy esta es la real irrealidad del cuando del que parto.
Me falta sin embargo narrar sobre una tercera casta en la que nací mas a la que ya no pertenezco y es, Mente Hambrienta, que una vez comprendida tan sólo una ínfima porción de la sabiduría contenida en el Grimorio, la Mente se expande y en su crecimiento trasciende barreras que, sin dejar transformarnos en algo distinto al Humano, nos separa con un incognoscible abismo de Magos, Demonios y Hombres.
Magos, nómadas en su mayoría, con una conciencia comunitaria no sectaria y aún así separados por su inevitable individualidad. Ay Mente Hambrienta, no me atrevo a preguntarme siquiera cuál será nuestro destino porque ese pequeño gesto puede hacer que me desplace en la dimensión del tiempo presa del capricho de mi impropia voluntad.
Oh Mente Hambrienta, cuanto cambia la comprensión de la inexistente realidad cuando uno se apropia del conocimiento verdadero que el Grimorio encierra más no esconde. Te suplico perdones el divague de mi intemporal Mente. Contaba entonces sobre los elevados Magos, conscientes de su Humanidad mas encerrados todavía en una falsa creencia de superioridad sobre el Hombre. Creencia que no carece completamente de fundamentos, aunque debes entender que estas palabras pueden contener la ponzoña de la pertenencia pues, como ya he confesado, fue aquella la casta en la que fui e incluso soy y seré, y, como dejé traslucir mas ahora confirmo, no he alcanzado todavía la liberadora y absoluta sabiduría que Osadía, Misterio y Rebelión plasmaron en el Grial, hecha ya la advertencia continuaré hablando sobre los Magos.
viernes, 28 de julio de 2017
El sistema financiero explicado fácil y sencillo
lunes, 10 de abril de 2017
Vergüenza
Vergüenza, damos vergüenza, como pueblo, como sociedad, como país. Después de ver la represión policial sobre los maestros me siento verdaderamente avergonzado de ser Argentino. De pertenecer a un pueblo que le permite a Marcelo Tinelli cortar la nueve de Julio para montar el espectáculo de tango más alto en el obelisco y así entorpecer el tránsito sólo para hacer un show de televisión, pero que a su vez reprime a los maestros que intentan montar una escuela itinerante, una carpa blanca como la de los noventa, por uso indebido del espacio público.
Pero lo que más me indigna no es la actitud del gobierno, por son de derecha y su esencia es la imposición de las ideas mediante la fuerza o la corrupción de las mentes, tampoco la de los periodistas pagos como Baby Etchecopar, sino las respuestas de la gente “común” de las personas “de a pie” que justifican la violencia y el uso de la fuerza, que justifican los golpes y la disolución de protestas y conflictos no con el uso del diálogo, sino con la violencia. Me doy cuenta que a muchos les encantaría se esos policías o gendarmes que reprimen y golpean, que si no tuvieran que usar una máscara de civilización molerían a palos a “los negros de mierda” con los que se cruzan cada día. Porque son así, son la barbarie, la sinrazón, la imposición, el autoritarismo, no saben dialogar o quizás saben, pero sus argumentos son inexistentes o inmorales. ¿Cómo justificar las cosas que hace el gobierno que defienden sin entrar en un conflicto moral? Estuvieron doce años juntando resentimiento, odio y violencia. No soy idiota ni iluso, no creo que ningún gobierno, argentino al menos, sea capaz de existir sin ser corrupto, porque viene de una sociedad que lo es. Pero si sé que entre nosotros hay quienes justifican la violencia, quienes creen que está bien reprimir y golpear porque se corta una calle, si no la corta Tinelli, o porque se intenta colocar un símbolo de la problemática docente, sin ver que el verdadero motivo por el que no se permitió montar la carpa fue nada más y nada menos que intentar hacer invisible un problema, una asociación de idea que nos lleve al padre político de nuestro presidente, Don Carlos Saúl, que nos permita entender anticipadamente el rumbo que está tomando el país y la sociedad.
Tenemos un gobierno que se quejó doce años de una grieta, pero que hace todo lo posible por agrandarla, porque dividiendo se triunfa, porque separando se debilita al enemigo, porque así ven ellos a quienes piensan distinto, enemigos, objetivos, o como me han dicho “una especie que por suerte está en vías de extinción”, nos desean ni más ni menos que la muerte, porque les molestamos, porque pensamos, porque no bajamos la cabeza y obedecemos como la derecha necesita, porque algunos entendemos sus métodos, sus formas de implantar ideas y las rechazamos, porque buscamos una sociedad más equitativa, porque no nos importa ganar menos para que otros estén mejor. Les molesta porque ellos son incapaces de comprender esos actos, su estructura mental es rígida, cristalizada, puntiaguda y no pueden salir de la caja, no pueden imaginar, no pueden soñar, no pueden tener ideales aunque sean utópicos, no pueden concebir una sociedad sin escalas, donde todos valgamos lo mismo, porque se los educó y entrenó para que crean que unos tienen que valer más que otros, que no hay derecho a la igualdad.
viernes, 3 de febrero de 2017
Gabriel Ángel Gonzaga Martínez
Gabriel Ángel Gonzaga Martínez es hijo de un matrimonio sudamericano que supo migrar a Estados Unidos cuando él era sólo un pequeño niño. Como si su nombre se tratase de una premonición de su religiosa madre, el pequeño desarrolló alas y en más de un sentido.
Gabriel tuvo una vida casi normal hasta un poco más allá de su adolescencia momento en el cual decidió que quería ser piloto. Decía que se sentía atraído por el cielo y qué, si podía, llegaría a ser astronauta. No llegó tan lejos, una vez alcanzados los cielos de la tierra dejaron de interesarle los del espacio exterior.
Una tarde, alrededor de sus 19, 20 años volaba sólo en una avión monomotor camino a Atlanta cuando una tormenta imprevista lo azotó y, lo que pasó dentro de ella, cambió su vida para siempre.
Los vientos sacudieron la aeronave para un lado y para el otro, repentinas corrientes frías le hacían perder sustentabilidad y descender vertiginosamente en incontables ocasiones. De repente algo extraño, un óvalo obscuro, apareció delante de su avión, tan rápido, tan de repente, que le fue incapaz realizar cualquier maniobra evasiva. El monomotor ingresó en aquella cosa y pronto estuvo volando en la nada misma.
Tardó algo de tiempo pero logró percatarse de alguna forma, que el avión no se movía. La hélice giraba y no había punto alguno de referencia como para poder o no percibir el movimiento, pero él lo sintió como la verdad más indiscutible y decidió bajar. En efecto el avión no avanzaba. Se paró sobre el mismo vacío y observó a su alrededor. Una voz resonó atronadora en su cabeza.
-Hoy es el día en que mueres Gabriel- dijo haciendo que el joven piloto se sintiera amenazado. -No, no seré yo quien acabe con tu vida. Será la tormenta, ella te encontró primero- no esperó respuesta y continuó -Hubiese preferido que fuese distinto, que tuvieras tiempo de pensar, pero no todo está perdido, aún puedes elegir, tendrás que hacerlo rápido pero podrás hacerlo. Creeme que muchos quisieran tener la oportunidad que ante ti se presenta- Gabriel no entendía nada pero no habló ni se movió de su lugar -Como dije la Tormenta te encontró antes- Fue entonces que Gabriel comprendió que lo que fuese que le hablaba se refería y no al mismo tiempo al cúmulo de nubes que iba a derribarlo. La Tormenta era una entidad en sí misma. -Te ofrezco la siguiente elección. Muere enfrentando solo a la Tormenta o unete a mi y combátela a mi lado. Aguarda, no decidas aún, deja que termine de hablar. Unirte a mí no es algo metafórico y enfrentar a la Tormenta es algo que harás por la eternidad, porque la Tormenta puede apaciguarse, desviarse y a veces disiparse, pero nunca podremos detenerla por completo-
Aquellas palabras eran muy ciertas podía sentirlo, pero había algo más, lo intuía.
La entidad que le hablaba sonrió, lo supo como todo lo anterior, simplemente sabiéndolo. -Por supuesto que hay algo más… Siempre hay algo más. No podras hacer nada como un simple mortal, así que te daré el poder para hacerlo, pero, siempre hay un pero. No puedo asegurarte que pasará. Yo te daré Todo, tú retendrás cuanto puedas… En el peor de los escenarios morirás.-
Sabía que no hacía falta hablar, que sólo le bastaba pensar, pero aún así lo hizo. -Entonces debo elegir entre ser asesinado por la Tormenta o por ti-
-Conmigo al menos tienes una escasa chance de sobrevivir-
-Ahh bueenoo, el panorama es cada vez más alentador- se quejó -¿De verdad crees que puedo tomar esa decisión así como así?-
-Como dije hubiese preferido encontrarte antes que ella-
-O sea que ambos me estaban buscando-
-A ti y a otros ángeles-
Gabriel estaba demasiado alterado como para percatarse de aquello y continuó interrogando. -¿Por qué?-
-Ella para matarlos, yo para ofrecerles la oportunidad de vivir-
-Muy bien. ¿Qué se supone que debo hacer?- preguntó ya decidido.
-Mantenerte vivo- respondió la entidad.
Una gran ola compuesta por todo y nada al mismo tiempo lo envolvió, arrastró, zamarreó y hundió todo en un mismo instante. El dolor fue intenso su cuerpo, su cerebro, su alma misma estaba recibiendo una ingente cantidad de información en un tiempo extremadamente breve. No podría absorber todo aquello pero quería hacerlo, lo necesitaba.
De repente todo fue negro a su alrededor, Gabriel había colapsado
-Despierta. Estas vivo, has resistido más de lo que esperaba, has absorbido mucho, pero no sé cuánto podrás recordar. Mi poder dormirá dentro de tí y podrás despertarlo cuando desees, con el tiempo irás obteniendo más dominio y algún día te convertirás en un cazador de Tormentas como yo. Hasta entonces serás conocido como La Entidad, eres, Gabriel, un ser constituido por el Todo y la Nada, eres el principio y el fin. Recuérdalo.-
Fue todo muy confuso y difícil de entender. De repente su cuerpo cambió y sin saberlo supo cómo lograr ese cambio, estaba compuesto de una energía que no comprendía y sus manos despedían torrentes de poderosas llamas. En la Tormenta moraban criaturas difíciles de describir. Ahora podía verlas, quizás gracias a su nuevo poder, golpeaban el avión e intentaban derribarlo. Los atacó instintivamente con su fuego y en una contienda extraña logró por fin disipar la Tormenta.
Con el tiempo aprendió a utilizar mejor sus dones, podía volar por su cuenta, había desarrollado dos poderosas alas de un fuego azul e intenso que nada tenían que ver con el elemento que las constituían, además mutaban. Las invocaba a voluntad, con sólo querer volar ya estaban allí elevándolo a los cielos, y cada vez que aparecían cambiaban. A veces era de energía, otras de aire o fuego, incluso una vez fueron de plumas blancas y hermosas. Pudo también dominar los elementos, no sólo el fuego que había sido el primero, sino que también dominaba casi con igual soltura el aire, agua y la tierra. Sin embargo algo le llamaba la atención y era que salvo el dominio del fuego, todo lo demás, incluyendo sus alas, podía usarlo cuando adquiría la forma de La Entidad. Gabriel todavía tenía mucho que aprender y desarrollar, pero podía sentir cómo iba recordando poco a poco lo que había absorbido en aquel lugar fuera del espacio y el tiempo.
En su mente resonaba el eco de una pregunta ¿Podría dominar sus otros dones al punto tal de no necesitar ser La Entidad para utilizarlos o acaso algún día él y La Entidad serían un único ser indistinguible?
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Bolboton
Déjame contarte un poco de mi historia, toma asiento y lee con cuidado. Debo advertirte que no es una historia heroica pues no soy más que un simple gnomo que dedicó gran parte de sus días a engarzar joyas.
Mi nombre es Bolboton, nacía hace ya varios años y como muchos de los de mi especie me dediqué por gracia de mi padre a trabajar las joyas. Soy bueno en ello, mis joyas han viajado por pueblos y reinos y he recibido grandes elogios por mi trabajo. Sin embargo me sentí vacío durante mucho tiempo pues soy, ante todo, un ser curioso, un ser con infinitas ansias de conocimiento, un individuo que de no haber sido por el fuerte mandato paternal seguramente se hubiera dado a la aventura desde muchísimo antes.
Un buen día llegó a nuestro comercio una extraña dama, extraña al menos para aquel sitio pues vestía las más vulgares de las prendas, una túnica descolorida y raída cubría su cuerpo y una capa que supo ser roja, se abrochaba a sus hombros. De su cinturón pendían tres pequeñas bolsas y, pese a que caminaba con total naturalidad, se posaba sobre un robusto báculo confeccionado en madera de rosal. Aquel detalle llamó la atención, la mujer parecía andrajosa y seguramente hubiese sido echada a patadas si mi padre hubiese estado presente, pero él había enfermado y yo llevaba adelante el comercio.
La saludé con cortesía y me sonrío con agradecimiento, al hablar con ella pude notar que me encontraba ante una mujer culta y sabia y me di cuenta que sus ropajes eran bien una elección, bien una contrariedad temporal. Su nombre era extraño, Rosafurtiva, dijo y me contó que se quedaría un tiempo en el poblado mientras reponía fuerzas para un largo viaje. Me dijo también que necesitaba preparase para ella un anillo de plata con un cuarzo azul que debía tallar en forma de un nonaedro, y agregó que podía pagar con dinero pero que me daría algo que valdría más, dijo, me enseñaría el arte de grabar hechizos en objetos. Dudé, por supuesto que dudé, quería hacerlo, pero mi padre me había entrenado contra ladrones y estafadores, él decía podía olerlos a un kilómetro de distancia y seguro en aquel momento se retorció en su cama no presa de los dolores sino del aroma a timo que poblaba la tienda.
Tallar un nonaedro en un cuarzo azul no es tarea sencilla, es un arduo trabajo pues la roca cristalina suele astillarse allí donde el tallador no quiere, sin embargo mis manos eran hábiles y con tiempo y paciencia podría sin dudas cumplir con el trabajo. Como todo comerciante realicé una contra oferta. Le dije a la mujer que podría venir a mi taller y adiestrarme mientras trabajaba, así, al momento de terminar su joya, el pago estaría realizado. Rio con verdadera gracia y me dijo burlonamente que nueve años eran demasiados para tallar una joya pero no para aprender a encantarla. En ese entonces no lo entendí y sonreí para ocultar mi desconcierto, Rosafurtiva aceptó y a partir de aquel día llegó puntual a mi taller con libros y pergaminos que gracias a mi educación fui capaz de leer. Fue así, a través de la lectura, que descubrí mi cliente no era una mujer más sino una capaz urdir las artes de la magia y durante nueve años, uno por cada faceta de la joya que adornaba el anillo, me instruyó en el arte de depositar una porción de mi alma en un objeto. Durante nueve años trabajé en aquel anillo y al final, cuando fui capaz de transferir el hechizo ella me lo devolvió.
Nueve días después de cumplirse el noveno año mi padre finalmente murió, mi madre lo hizo tres días después y desorientado y perdido como estaba en cuanto me enteré que Rosafurtiva abandonaría el pueblo, decidí unirme a ella en sus aventuras dejando la tienda en manos de mi hermana y su marido. Insistió en que llevara herramientas de joyero y me instruyó para crear lo que fue mi primera varita mágica. Me contó que el mundo no era tan seguro como mi tienda y que necesitaría aprender a defenderme. Durante aquellos años nos habíamos convertido en buenos amigos y había llegado a sentir por ella un afecto entrañable y fraternal. Fue durante el nonagésimo noveno día de nuestro viaje que perdimos contacto. Algo atacó nuestra caravana, pude escucharla gritar y esgrimir su arte, intenté ayudarla pero nuestro carro se volcó y una pesada caja cayó sobre mí dejándome inconsciente. Nuca supe cuanto tiempo pasé allí pero al recobrar la conciencia la sangre en mi cabeza se había secado, mi varita se había roto Rosafurtiva ya no estaba. De los caballos que tiraban del carro sólo uno vivía y del resto de la caravana no quedaba más que dos hombres demasiado jóvenes para luchar con vida. –Marcharon hacia el frente de las Bestias- me dijeron cuando pregunté por los sobrevivientes, del restó conocía su paradero pues se hallaban semienterrados en el barro que nos rodeaba. Así, presa de la preocupación escribí este pergamino y se los entregué con la esperanza de que llegue a tus manos. Querida hermana, sabes ahora más de lo que sabías de mí y si la suerte así lo quiere sabrás aún cuando pueda volver a escribir. Ahora debo ponerme en movimiento, debo llegar hasta el frente de las Bestias sea esto lo que quiera ser y reunirme con Rosafurtiva.
Cuida del negocio y no dejes que los primos se hagan con él, sabes bien que hay buen material entre ellos, pero también las más ponzoñosas criaturas.
martes, 15 de noviembre de 2016
Dishi Hermano Akáshico
El Drhama, la décima esfera, el todo. Nuestra vida trasciende regida por él, en el Drhama se encuentra todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será. Quien logre conocer el ciclo Drhamico adquirirá la Verdad Única del Cosmos. Conocerá los principios de la Creación misma y, por ende, trascenderá la esfera humana.
El Cosmos nos conecta, regido por el Dhrama es el tejido de la creación, el patrón del que todos formamos parte.
El camino de un Hermano Akáshico es duro, no solamente hace falta un gran control del cuerpo, sino que también es necesario el dominio de las emociones a través de la mente. Es sumamente importante reconocer cuando la quietud debe transmutarse en movimiento, cuando la fuerza sagrada que inunda nuestra esencia debe encenderse y cuando es necesario mantenerla apagada. Para lograr este cometido nació el DO, un arte comprendida por pocos y, en la gran mayoría de los casos, sólo advertida por su capacidad marcial sin llegar a entender que es mucho más que eso.
A través del DO los Hermanos enfocamos nuestra mente y accedemos al tapiz. El DO es una herramienta que nos permite conectarnos con el cosmos y el Dhrama, la meditación es otra
La historia almacenada en los registros que nuestra Hermanda protege nos enseña la necesidad de fluir con el Dhrama, de no oponernos a él, de no intentar forzarlo. Hacerlo no trae más que terribles e impredecibles consecuencias. Ya sucedió en el pasado y volverá a suceder. El Tigre, el Dragón y el Fenix se muestran inquietos, algunos de nuestros yoguis predicen importantes eventos para el futuro cercano, el mundo espiritual se agita y las hebras del futuro muestran la posibilidad de torcer la balanza en favor de las tradiciones. En favor de la ascención y la libertad toda, porque aquel al que se le oculta la verdad no puede practicar la libertad. Esto, la oclusión de la verdad, la coherción de la libertad del Hombre, es lo que, desde hace siglos, lleva a cabo la Orden de la Razón.
No debemos engañarnos, no, somos tan culpables como ellos. Nosotros, las tradiciones, hicimos poco para impedirlo. Si, si, llevamos a cabo el famoso Concilio pero nos mantuvimos inactivos, desunidos y discutiendo mientras ellos se ocupaban en alterar la concepción de la realidad.
Si hay una cualidad del Dhrama imposible de eludir esa es la restitución del equilibrio, la compensación de la balanza Cósmica. Debimos, todos, aprender de esto milenios atrás. Las guerras Himalayas nos mostraron de primera mano este efecto, los avatares despertaron violentamente en uno y otro bando, lo mismo sucedió cuando la orden de la razón intentó imponerse en oriente durante lo que los durmientes llamaron segunda guerra mundial. Avatares tecnócratas despertaban en las filas de la Hermandad y viceversa. Las reencarnaciones se sucedían sin apenas tiempo entre ellas, todo esto y mucho más tuvo que hacer el Dhrama para restaurar el balance Cósmico. Muchos, muchísimos, en ambos bandos y en la sociedad durmiente sufrieron por esto y, aún as,í no aprendimos. Acumulamos Karma, irritamos a la trinidad celestial y ahora el Dhrama actuará de nuevo. ¿Dejarán las tradiciones pasar una vez más la oportunidad de corregir las cosas? No soy un yogui, los designios del tiempo están vedados para mí, al menos por el momento, sin embargo en lo que a mí respecta no estoy dispuesto a cruzar mis brazos, decidí buscar otros que como yo se hayan decidido a actuar. Es época de concilio, de unión y colaboración. No cerraré la puerta a posibles aliados, no les esconderé lo que ocupó mi tiempo hasta el momento pues, en aquella tarea redentora, me he ganado poderosos enemigos y es que, antes de escuchar los avisos de los yoguis dediqué mi tiempo a una batalla igual de importante y a la que todavía no puedo darle la espalda.
Había despertado hacía relativamente poco tiempo, desconocía todavía la existencia de los otros "sobrenaturales", por supuesto que había escuchado historias y leyendas acerca de ellos, hasta había visto algo en los Registros, pero todo era superficial.
Para ese entonces me encontraba enamorado, ella se llamaba María y era una excelente muchacha. Íbamos a encontrarnos aquella noche para ir al cine, debía pasar por su casa a las veintidós horas y así lo hice. Llamé a su puerta y no tuve respuesta, intente contactar su mente y me vi rechazado por una fuerza obscura y aterradora. La ventana de su cuarto, en el piso superior, estaba abierta y sin dudarlo me aventuré por ella escalando por un costado de la pared.
No estaba preparado para la escena con la que me encontré al ingresar. Se hallaba en el suelo, de su muñeca izquierda manaba sangre y entonces, una vez más, aquella fuerza tenebrosa chocó contra mi mente. Esta vez embistió con fuerza, me sacudió y conmovió de pies a cabeza.
-Nada mejor que la sangre de una virgen para saciar a la bestia- dijo socarronamente.
La boca del extraño estaba bañada por la sangre de María. La inmunda bestia lamió sus labios y con el dedo índice de su diestra llevó los restos carmesí de fluido a su lengua maldita. Me sonrió con suficiencia y entonces pude ver sus puntiagudos colmillos brillar con la luz eléctrica de los focos. Me paralicé por un instante y la bestia arremetió contra mí. Se suponía que debía vaciar mi mente, que debía dejar a mi cuerpo actuar, fluir, ser uno con el Cosmos. Me fue imposible, el odio avanzó atropellando a mis emociones, destrozando toda barrera impuesta para tratar de contenerlo, despertando a la ira y fui incapaz de aplacarlos, de transmutarlos, de equilibrarlos. Fue casi como un segundo despertar, como terminar de abrir los ojos, de descubrir una parte más de mi potencial. Mi rostro cambió transformándose en una máscara bestial, mi frente se arrugó y mis cejas se juntaron confiriéndome una apariencia salvaje y demoníaca, mi mente creó una barrera destinada a detener los envites de la criatura, mis piernas se separaron en un segundo y mi brazo diestro se proyectó hacia mi adversario. Acelerado por fuerzas místicas y potenciado por la misma esencia de la creación impactó de lleno y certero contra el pecho de la criatura atravesándolo de un lado a otro. Cegado por la ira y el rencor continué golpeando una y otra y otra vez hasta que la criatura quedó reducida a una masa deforme y sanguinolenta y entonces, cuando la ira desapareció llegaron el asco y la tristeza. Las arcadas se apoderaron de mí y vomité. María estaba muerta, el vampiro también y yo me había quedado solo, sin mi compañera y con una inmensa sensación de vacío. Quizás si todo hubiese terminado allí no hubiese comenzado mi guerra o quizás no la hubiese llevado hasta el extremo al que la llevé. Dos noches después caminaba por la calle, me encontré con María, iba vestida con finas ropas blancas, estaba lejos y corrió al percatarse que la había visto. Mi perplejidad me impidió detectar la trampa, corrí hacia ella gritando su nombre, me pareció escucharla llorar y al llegar a la callejuela por la que se había perdido la vi.
Sonreía
Tras ella apareció la misma criatura que había destrozado la noche en que la hallé muerta en su habitación. No entendía nada, no lograba comprender lo sucedido, de manera inconsciente mi mente se había protegido con barreras sólidas, la criatura se acercó a ellas, las tanteó y se alejó nuevamente.
-Aprendes rápido- dijo con una sonrisa –Es increíble lo que puede hacer la mente. ¿No te parece?-
Se burlaba, todo había sido un engaño, la parte en la que lo mataba al menos lo había sido. Había jugado conmigo sólo para mostrarme su trofeo.
-A que no sabes- dijo con una media sonrisa en el rostro –Después de todo no era virgen- rió y ella le festejó el chiste.
-Únete a nosotros- dijo María mientras abría la boca y me dejaba ver sus repugnantes colmillos. –No me he alimentado todavía y mi Sire afirma que tu sangre me sabrá de maravillas- dijo mientras daba un paso adelante y extendía sus manos.
No puedo, no quiero explicar cómo sucedió pero finalmente me vi envuelto en un combate contra aquellas dos entidades. Aquel monstruo había hecho mucho más que matar a María, la había transformado en algo antinatural, en una bestia que atentaba contra la creación misma. Sin embargo, como siempre sucede, el Dhrama se hizo presente y me eligió como su herramienta, mis manos, mi cuerpo, mi magia lograron acabar con las criaturas. Con las lágrimas bañando mi rostro acabe con la no vida de aquella a la que había amado, fue difícil pues su rostro seguía provocándome hermosas sensaciones, pero convencido de que aquella era sólo una burda imitación de María, me obligue a darle por fin la paz que merecía. Lo mismo hice con su Sire, aunque con él no me tomé la molestia de evitarle el sufrimiento, al contrario, me preocupé por generarle el mayor dolor posible y, sin embargo, pareció ser inmune a este.
La batalla se continuó durante mucho tiempo, más del que había supuesto, en un momento dado intentó huir pero le perseguí, con cuidado pues temía me estuviese guiando hacia otra trampa, me había subestimado y lo estaba pagando, buscaba refugio, intentaba alejarse a toda prisa de mí, de mis golpes y entonces percibí algo extraño. Las leyendas tenían algo de verdad, no era de mí de quien huía sino del amanecer que implacable llegaba donde nosotros nos hallábamos. Comprendí esto cuando un hilillo de humo brotó de su piel en un infortunado contacto con la luz solar, alentado por tal descubrimiento apure el paso, le di alcance y lo mantuve alejado de las sombras obligándolo a exponerse al dorado disco que poco a poco se elevaba sobre el cielo otorgándome su bendición y terminando con el reinado de la noche. Ahora sí pareció sufrir, poco a poco comenzó a quemarse, a consumirse entre gritos agónicos hasta que no fue más que polvo. Regresé a mi hogar, empaqué y me marché, debía buscar información, debía conocer a mi nuevo enemigo, aprender sobre ellos, sobre sus habilidades y debilidades, sobre sus puntos fuertes, sus hogares, gustos, sobre su sociedad toda. Recorrí el mundo dándoles caza mientras buscaba información, experimenté con algunos de ellos que logré hacer prisioneros y sumergí mi mente en la de algunos otros, una experiencia para nada recomendable y que casi logra alienarme. Me costó mucho pero logré recuperarme, para continuar mi búsqueda, necesitaba información y acudí también a los Registros, absorbí tanto conocimiento como me fue posible y por fin logre conocer mucho sobre los Cainitas, tal como ellos se definían. Conocí muchos de sus secretos, maté a cientos y volví a Buenos Aires para limpiarla de aquellas bestias en una guerra personal. Me enteré de otros que como yo que compartían su desprecio, supe de sus “trabajos” pero nunca contacté con ellos, diezmé su población y continuó haciéndolo. Su príncipe me busca, intenta acabar conmigo y yo hago lo mismo con él. Algún día nos encontraremos y entonces nos mediremos y el Dhrama inclinará la balanza en su favor o el mío.
Durante mi búsqueda de conocimientos di con un interesante objeto, un anillo que, según dicen, fue forjado por el mismo Miyamoto Musashi uno de los más grandes Hermanos Akashicos que existieron jamás. Hay quienes dicen que todavía se encuentra con vida, hay quien dice que ya es uno con el Dhrama, pero eso nadie lo sabe con certeza.
¿Quieres saber cómo di con el anillo? Esa si que es una historia interesante, pero tendrás que esperar un poco para escucharla.
viernes, 11 de noviembre de 2016
La desnaturalización del hombre, su libertad inherente y la ilusión que lo atrapa.
La ilusión de libertad: Reflexiones sobre la naturaleza humana y el poder
Pensaba escribir sólo sobre uno de estos tópicos, el de la ilusión de libertad en la que nos encontramos sumergidos y asfixiados. Esta idea surgió en mí hace alrededor de ocho años, durante una discusión con un profesor de legislación. En ese momento, era un esbozo inmaduro, un germen que carecía de fundamentación. Hoy, siento que esta reflexión ha alcanzado la madurez suficiente como para desprenderla del árbol y entregarla en este texto.
Inicialmente, pensé en abordar un solo tema. Sin embargo, me di cuenta de que los tres tópicos que se entrelazan en mi reflexión están profundamente conectados. Por ello, para transmitir mi idea con claridad, necesito tratarlos en conjunto. Para facilitar la comprensión, optaré por un enfoque cronológico, asumiendo que cada concepto es consecuencia del anterior.
La desnaturalización del hombre
Es una convicción personal que el ser humano, en algún momento de su existencia, fue un ser plenamente natural, quizá en una época anterior a su bipedestación. Todavía persisten vestigios de esa brutalidad primigenia que caracteriza nuestra naturaleza. Sin embargo, quiero aclarar que "natural" no es sinónimo de "bueno". La bondad y la maldad son construcciones culturales, conceptos mucho más complejos que trascienden lo meramente biológico.
En el transcurso de milenios, hemos dejado de ser seres puramente naturales para convertirnos en entelequias culturales. Este proceso implicó un cambio radical: dejamos de simplemente existir para comenzar a interpretarnos y transformarnos, construyendo una realidad cultural que reconfiguró nuestra percepción del mundo. Al alejarnos de nuestra esencia natural, también modificamos nuestra relación con el entorno, racionalizándolo y encuadrándolo dentro de nuestras concepciones culturales.
El filósofo Clifford Geertz argumenta que la cultura es un sistema de significados compartidos que da forma a nuestras acciones y percepciones. Bajo esta óptica, el ser humano no solo actúa dentro de un marco cultural, sino que también se redefine constantemente en función de él. Prueba de ello son las construcciones de bien y mal, conceptos relativos que varían entre culturas y épocas.
La libertad inherente
La desnaturalización del ser humano le otorgó una cualidad distintiva: la libertad inherente. Al convertirse en un ser cultural, el hombre desarrolló la capacidad de decidir, de no someterse a las leyes inmutables de la naturaleza. A través del conocimiento y la tecnología, comenzó a gobernar su destino, ejerciendo su libertad al elegir y decidir en cada aspecto de su vida.
Jean-Paul Sartre, en su filosofía existencialista, sostenía que "el hombre está condenado a ser libre". Esta afirmación subraya que la libertad es una característica ineludible de nuestra existencia: incluso cuando elegimos no actuar, estamos ejerciendo nuestra libertad. Nadie puede arrebatarnos esta facultad intrínseca; solo podemos cederla voluntariamente.
Sin embargo, esta libertad también es un problema para quienes buscan ejercer el poder sobre otros. Los sectores dominantes han comprendido que no pueden arrebatar la libertad, pero sí pueden influir para que la cedamos, ya sea por respeto, confianza o mediante ilusiones cuidadosamente diseñadas.
La ilusión de la libertad
La forma más eficaz de sustraer la libertad es crear la ilusión de que somos libres. Esta estrategia se ha perfeccionado a lo largo de la historia. En tiempos antiguos, la esclavitud se imponía mediante la fuerza bruta. Pero incluso entonces, algunos esclavos comprendían que, a pesar de su situación, seguían siendo libres en su capacidad de elegir.
Con el tiempo, las religiones se convirtieron en herramientas para controlar la libertad. A través del dogma y la fe, se impusieron normas y conductas bajo la promesa de esperanza o el temor al castigo divino. Aunque las religiones ofrecieron consuelo y estructura a muchas sociedades, también se utilizaron para legitimar jerarquías y mantener el statu quo.
La llegada de la ciencia y la secularización debilitó el poder de las religiones, pero no eliminó el control. De hecho, la ciencia fue instrumentalizada para crear una nueva ilusión: la libertad aparente. En la modernidad, los medios masivos de comunicación y la globalización han moldeado nuestra percepción cultural, influyendo en nuestras elecciones y decisiones. ¿Podemos considerar libre una elección cuando todas las opciones han sido previamente configuradas por intereses externos?
El escritor Stephen King, bajo el pseudónimo de Richard Bachman, exploró esta idea en su novela El fugitivo. En ella, un gobierno totalitario obliga a cada hogar a mantener un televisor encendido como medio de control. Este ejemplo ficcional ilustra cómo la masificación de la información puede moldear colectivamente la realidad y perpetuar sistemas de dominación.
Conclusión
La ilusión de libertad es, a mi juicio, una de las herramientas más sofisticadas y peligrosas utilizadas por los sectores dominantes. Al moldear nuestra construcción cultural, pueden influir en nuestras elecciones sin que siquiera lo notemos. Este control sutil es más efectivo que cualquier cadena o dogma, porque nos hace creer que actuamos por voluntad propia.
Para contrarrestar esta ilusión, es fundamental cuestionar las narrativas predominantes, reflexionar sobre nuestras elecciones y buscar perspectivas alternativas. Solo así podremos recuperar nuestra libertad en su forma más pura: como la capacidad de decidir de manera consciente y autónoma.
Como decía Sartre, estamos condenados a ser libres. Pero esta condena también es nuestra mayor fortaleza, siempre y cuando tengamos la valentía de asumirla y defenderla.