miércoles, 15 de junio de 2016

Capitán Lawrence

Los bardos convirtieron esta historia en canción o la canción se convirtió en historia.  Es algo que no está claro, pero tampoco importa demasiado.

El golpe en la puerta provocó obscuros augurios en el corazón de Alina Lawrence que corrió presurosa escaleras abajo y abrió la pesada puerta de madera con el corazón astillado.  El uniforme blanco con ribetes naranja confirmó las peores noticias, Mikael había muerto, no tenía dudas de ello, lo había presentido, pero la esperanza y la fe la habían mantenido entera durante todo este tiempo.  Sus ojos se nublaron y las lágrimas amenazaron con salir, sin embargo se contuvo y tomó las dos cartas que el soldado le entregaba.  La primera contenía una invitación para ella y el resto de la familia a un banquete que darían en palacio.  La segunda era de Mikael y explicaba por qué había faltado a su promesa.

“Hemos resistido el embate del enemigo y este por fin se retira, sin embargo nuestras tropas han sido golpeadas como nunca antes había sucedido, hemos perdido mucho buenos hombres y la Vieja Guardia se ha debilitado más de lo que podía permitirse.  Regresarán, estoy seguro de eso, y acabaran con nosotros y el poblado que vinimos a proteger si no partimos cuanto antes.  Debemos partir, movilizaré a los hombres, tomaremos todo lo necesario y tras dejar antorchas y muñecos de paja nos iremos por la noche.  Espero que esto distraiga a nuestros enemigos el tiempo suficiente.”

Alina se sentó en un pequeño taburete y enjuagó sus lágrimas, respiró profundo y una vez su vista hubo dejado de estar nublada continuó leyendo.

“El frío es implacable, la lluvia y la nieve nos golpea con vehemencia y los vientos nos impiden avanzar con la velocidad necesaria, apenas nos detenemos para comer o dormir y evitamos encender fuego, ni siquiera antorchas que iluminen nuestro paso, para evitar dar a conocer nuestra posición.  Sin embargo pocas son las esperanzas que guardo, nuestros enemigos no son tontos y una vez superado el engaño del poblado, que como mucho pudo haber durado hasta esta mañana, avanzaran tras nosotros, nos sabrán débiles y nos rastrearan.  Son buenos en eso.”

Escuchó pasos y a sabiendas de que no iba a poder guardar el secreto dejó sobre la mesa la invitación al banquete y corrió escaleras arriba, se encerró en su habitación, se recostó contra la puerta y sentada en el suelo continuó son su lectura cubriendo de imágenes las palabras que leía.

“Mi tropa avanza lenta, en contra de mis órdenes se han dividido, la mayoría avanza veloz junto a los pobladores, el resto, unos pocos buenos hombres, todos ellos grandes guerreros y amigos, se retrasan arriesgándose más a cada momento para aguardar mi paso lento.  El frío tomó mis piernas y estas se congelan poco a poco, arrastraré a estos hombres a una muerte segura producto de la lealtad que tienen para conmigo.  Mi corazón sufre, pero la respuesta llega a mi poco a poco.
Por la noche escuchamos los tambores, nuestros enemigos avanzan hacia nosotros.  Mi corazón se divide ahora pues, consciente de lo que debo hacer, comprendo que mi decisión provocará dolor y faltará a una promesa.  Perdóname Alina, sé que prometí volver, sé que me esperas y el poder volver a ver tu sonrisa es lo único que me permitió avanzar este tiempo.  Espero entiendas porque falto a mi promesa, estos hombres y sus familias no merecen sufrir lo sufriremos nosotros.  Lo veo en sus rostros, no dicen nada, no emiten palabra, pero suplican.  Lo he decidió, esta noche abandonaré el campamento en sigilo, me iré tan lejos como pueda, cubriré mis huellas y evitaré que puedan seguirme sin dejarles otra alternativa más que avanzar.
Ruego a Dios que me perdone, de verdad siento mucho no volver a verte, perdóname por partir así Alina, pero este viaje es sólo para mí.   Te pido me recuerdes mejor de lo que fui, sabes que te quiero y en verdad siento tener que irme así.

Hermanos de la Vieja Guardia, me habéis servido en vida con absoluta lealtad, haced una última cosa por mí, no me busquéis, continuad avanzando, salvad a la gente del pueblo y entregad esta carta a mi hija Alina.

Capitán Mikael Lawrence”


El banquete conmemoraba el heroico accionar de su padre, pero ella, a pensar de entender y a pesar de haber perdonado la promesa incumplida no asistió.

Inspirado en 

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